H. Philipp – Spanish

Oktober 24, 2017 by admin Uncategorized 0 comments

HELGA PHILIPP: ESPACIO Y GEOMETRIA

Considerada pionera del Op-art en Austria, la obra de Helga Philipp (Viena, 1939-2002) se da a conocer a mitades de los años 60. Su actividad como docente en la entonces llamada Akademie für Angewandte Kunst de Viena supuso una notable influencia reconocida por toda una generación de artistas en Austria y Centroeuropa que se ha prolongado hasta nuestros días. Este año el Niederösterreichisches Landesmuseum en St. Pölten (Austria) dedica una exposición antológica a la artista.

Como docente en la Akademie, la artista tuvo acceso a un buen numero de fuentes de información sobre el arte concreto de los años 30, así como a la obra de Max Bill, Naum Gabo y otras figuras clave en el desarrollo de innovadores experimentos de vanguardia como “Cercle et Carre” o “Abstraction-Création”. Ella creó por su parte un archivo de documentación sobre el entonces contemporáneo “Minimal Art” norteamericano y los movimientos entorno al arte conceptual que entonces se estaban experimentando en Europa y América. La aportación teórica de Helga Phillip en el ámbito de la academia plantearía un verdadero debate estético frente a las tendencias expresivas-subjetivas que por entonces dominaban la escena artística. Incluso figuras con un discurso aparentemente tan alejado como VALIE EXPORT reconocen hoy la influencia teórica y práctica que la obra de la artista aportó, tanto a su obra como a la de la generación de jóvenes que le siguieron. En una entrevista en el catálogo de la exposición de St. Pölten, VALIE EXPORT establece un paralelismo entre la obra de Phillip en la que el espectador debe desplazarse en el espacio para su completa percepción y muchos de sus propios experimentos cinematográficos, en los que a través del movimiento de su cuerpo se establece una relación con el entorno físico.

El legado de la obra plástica de Helga Philipp es tan numeroso como variado: sus obras, de elementales estructuras geométricas, recuerdan a los modelos del arte abstracto clásico con todos los aspectos ligados a la psicología de la percepción propios del “Op-art”. De mitades de los 60, las primeras obras de Helga Philipp ya destacan por su originalidad y resultan en ocasiones difíciles de clasificar por la condición que adquieren de objetos concreto-tangibles, incluso habitables. Algunas de estas obras fueron pensadas para localizaciones concretas fuera de los circuitos artísticos habituales (canal del Danubio en Viena) o a partir de materiales no-artísticos como el plástico o el caucho (instalación a base de flotadores en el techo de la Neuen Galerie am Landesmuseum Joanneum en Graz). También resulta particular la predilección por los grandes formatos (como los “Paravents” que adquieren dimensiones arquitectónicas). Estas características explican en parte la accesibilidad de su trabajo a todo tipo de público. En las obras del primer período hay siempre un componente lúdico, de fácil accesibilidad. El espectador se siente pronto cómplice y seducido a formar parte de ellas, como las grandes superficies murales de colores planos, muy atractivas al ojo, en los que cada color va progresando en matices para pasar de zonas calidas a frías, produciendo efectos perceptivos de recesión o proyección.

La obra de Helga Phillip no va a abandonar nunca la pretensión crítico-analítica de su medio, regido siempre por unos principios básicos inalterables: el uso exclusivo de formas geométricas, la economía de elementos, la repetición y serialización, las interacciones formales, la vibración cromática, etc. Con los años y sin perder un ápice de su rigor, su obra de irá posicionarse en un nivel más complejo que exigirá otros niveles de comprensión como bien define el título de la exposición que le dedica el museo austriaco: “Poesie der Logik”.

La artista irá reduciendo los formatos y la experimentación con nuevos materiales y su obra más madura –quizás más sobria aunque ganando sin duda en elegancia- parece complacerse por descubrirnos sutiles detalles difíciles de captar a primera vista: composiciones asimétricas a base de pequenyos desplazamientos inesperados, formas que se desarrollan en un sentido vertical o horizontal y quedan súbitamente cortadas por elementos oblicuos, etc… en contadas ocasiones vuelve a usar la paleta variada de colores planos del principio ya que muchas de sus obras se reducen ahora al blanco, negro y gris. También descubrimos en este período trazos caligráficos en los que se adivina el gesto de la mano, como las obras de grafito sobre papel de calidad transparente, realizadas a base de ligeras gradaciones tonales del gris y cuya presencia simula espacios de sombras así como su ausencia, haces de luz. Algunos de estos dibujos en grafito con fondo negro, parecen representar cámaras oscuras en las que entra una luz tamizada y solo vemos un espacio interior iluminado en la penumbra.

De gran belleza son la serie de óleos realizados en negro y azul, representando la obra madura que ha llegado al último estadio de su forma más esencial. Son composiciones estables (ahí sí ha desparecido el principio dinámico que regía las primeras obras), con formas reducidas y una clara primacía de líneas horizontales bajas. El negro está hecho de material denso como resultado de una patina elaborada con el tiempo y se compone sabiamente junto a las superficies en azul intenso y profundo que parecen representar la infinitud.

La percepción del equilibrio entre colores, texturas y formas manifiesto en la presencia objetual de estas pinturas es el resultado de un punto encontrado entre la lógica del intelecto y la inspirada manera de una pintura contemplativa.

(Lápiz n° 263 Octubre-Noviembre, 2010)

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